Tlön uqbar orbis tertius ciudad seva

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El hecho de que nadie crea en la realidad de los sustantivos hace, paradójicamente, que sea interminable su número. Yo lo tuve en la palma de la mano algunos minutos: recuerdo que su peso era intolerable y que después de retirado el cono, la opresión perduró. Otra, que la historia del universo -y en ellas nuestras vidas y el más tenue detalle de nuestras vidas- es la escritura que produce un dios subalterno para entenderse con un demonio.

Casi inmediatamente, la realidad cedió en más de un punto. Les dejará sus cordilleras auríferas, sus ríos navegables, sus praderas holladas por el toro y por el bisonte, sus negros, sus prostíbulos y sus dólares, bajo una condición: “La obra no pactará con el impostor Jesucristo.” Buckley descree de Dios, pero quiere demostrar al Dios no existente que los hombres mortales son capaces de concebir un mundo.

Todo estado mental es irreductible: el mero hecho de nombrarlo –id est, de clasificarlo- importa un falseo. Su lenguaje y las derivaciones de su lenguaje -la religión, las letras, la metafísica- presuponen el idealismo. La edición es secreta: los cuarenta volúmenes que comprende (la obra más vasta que han acometido los hombres) serían la base de otra más minuciosa, redactada no ya en inglés, sino en alguna de las lenguas de Tlön.

Lo cual me sorprendió, porque los escrupulosas índices cartográficos de la Erdkunde de Ritter ignoraban con plenitud el nombre de Uqbar.

El volumen que trajo Bioy era efectivamente el XXVI de la Anglo-American Cyclopaedia. En vano un chico trató de recoger ese cono. Si nuestras previsiones no erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlön.

Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español.

Los de naturaleza filosófica invariablemente contienen la tesis y la antítesis, el riguroso pro y el contra de una doctrina. (The Analysis of Mind, 1921, página 159) supone que el planeta ha sido creado hace pocos minutos, provisto de una humanidad que “recuerda” un pasado ilusorio.

3.

The story tells of the narrator’s discovery of a fictional country named Uqbar, whose inhabitants wrote of the legends of a planet named Tlön. La base de su aritmética es la noción de números indefinidos. Calcula, entre veras y burlas, que una generación de tlönistas puede bastar. Es lógico pensar que han existido -siquiera de algún modo secreto, de comprensión vedada a los hombres- en todos los momentos de esos tres plazos.

El lenguaje de Tlön se resistía a formular esa paradoja; los más no la entendieron.

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Indeed, one group of philosophers even negates the idea of time, arguing that the present is indefinite since we only perceive things directly in the present moment (and the past has no reality other than as a memory experienced during the present). El resto parecía muy verosímil, muy ajustado al tono general de la obra y (como es natural) un poco aburrido.

Las otras están subordinadas a ella.